LA "ARGENTINIZACIÓN" DE LA PROBIDAD PÚBLICA CHILENA:
ANÁLISIS, EVALUACIÓN Y PROPUESTA DE SOLUCIÓN

Por Cristian Salazar Naudón


Chiledeportes ha terminado de confirmar que nuestro país que se ha "argentinizado" en temas de probidad pública. Ya no importa más la monserga del "ejemplo para el mundo" ni las maravillosas puntuaciones que nos concede anualmente Transparencia Internacional, en esa tabla donde nuestros mismísimos vecinos aparecen a la altura de las naciones más corruptas del mundo, permitiéndonos sacudir así el polvo de la chaqueta del ego y jactarnos con arrogancia de lo lejos que estamos de ser como ese numeroso pueblo de tango y milonga que se encuentra cruzando la cordillera.

Pero la triste realidad se impone a los ojos, tanto así que hasta la Iglesia ha debido pronunciarse, en un grito de desesperación que sólo se ha reservado antes para las carpetas más profundamente ligadas al debate valórico. La corruptela entra, entonces, a las altas ligas del divorcio, del aborto, la eutanasia y la pena de muerte. ¡Así estamos de jodidos! Ese es el Chile real y no otro, con el perdón de los cultores del orgullo nacional.

La burda "amonestación" (escrita y/o verbal) como recurso de castigo interno de los partidos ante el campeonato del desfalco organizado del que somos testigos, se ha convertido en un modelo de repetición en serie, disponible para cada ocasión en que las piruetas llegan a los medios con algún escándalo de proporciones, desatado por increíbles descuidos que sólo refuerzan la sensación de impunidad y complicidad en que trabajan estas colmenas: mails enviados por error a un destino equivocado, documentos filtrados accidentalmente por una secretaria imprudente y hasta denuncias formuladas por despechos sentimentales.

Tras el repugnante espectáculo de las "indemnizaciones" millonarias captadas por funcionarios de empresas públicas durante los primeros dos gobiernos de la Concertación, por ejemplo, la Democracia Cristiana, conciente de que gran cantidad de los involucrados provenían de sus filas, organizó un supuesto comité de investigación que culminó, como era obvio, en pequeños y gentiles "exabruptos" de libreto para condenar los hechos, más ninguna sanción real. A su tiempo, el Partido Socialista y el Partido Por la Democracia han montado similares aparatos de obsecuente defensa corporativa. El caso Tombolini con los arreglines entre el Ministerio de Transportes y las revisiones técnicas demostró, además, que hasta los que se quedan con la pizca de la repartija gubernamental también son capaces de cerrar filas de esta manera. Nos referimos al Partido Radical.

ORIGEN DE LA CORRUPCIÓN POLÍTICA:
¿EXCESIVO PODER DE LOS PARTIDOS?

"CORRUPCIÓN: Vicio o abuso introducido a cosas no materiales. / Descomposición, putrefacción. / Depravación, perversión." (Diccionario Español Espasa-Calpe, 1987)

No hay nada más "democrático" para el partidismo que la corrupción política: pasa transversalmente por la cultura, la raza y la nacionalidad. No tiene color ni lenguaje. Sea un país rico o pobre, ninguno está fuera del círculo de "alto riesgo". Su único elemento común: ir de la mano de las partitocracias modernas. Es decir, de la tiranía formalista de los partidos políticos que alguien ha llamado despectivamente "democraticismo", pariente pobre del ideal objetivo de la democracia, especialmente en nuestros países del Tercer Mundo.

Mientras la corrupción en las dictaduras (bananeras, gorilas o rojas, no importa la etiqueta) siempre ha estado asociada al concepto del abuso de poder, en las mal llamadas democracias del partidismo político, en cambio, surge de la complicidad voluntaria, de la rejilla inmunda de intrigas, de intereses obscenos y pactos implícitos de silencio. Cada partícipe recibe su parte y con ello queda sellada la garantía de funcionamiento de un sistema corrupto. Es un mecanismo, y como tal, está a un paso del crimen organizado.

Dicho de otro modo, la democracia partidista y la corrupción son como la simbiosis entre el cangrejo carroñero y las anémonas marinas que coloca sobre su caparazón, y que le protegen de los predadores con sus tentáculos de veneno. Uno recibe comida a cambio de seguridad y viceversa. Para el caso análogo del partidismo, la transacción es enriquecimiento ilícito por impunidad. Otra evidencia del exceso de poder que la sociedad chilena y las humanas en general, han ido depositando sobre los Partidos Políticos, cada vez más pequeños, sectarios y distantes de la verdadera representación popular, desplazada, por supuesto, por el concepto de la representación de intereses.

Irónicamente, mientras la estabilidad política chilena ha sido garantizada por la existencia del "modelo moderno" de las democracias occidentales, de sólo dos conglomerados con acceso real al poder, esta misma condición ha socavado los cimientos morales de la política nacional, al punto de que hasta alguien que ayer se arrogaba desde el Parlamento la condición de luchador contra los "ladrones de cuello y corbata" (en alusión a las Isapres), aparece ahora recibiendo dineros destinados al fomento del deporte nacional para campañas políticas y presentando facturas tres veces falsas para justificarlo, a nombre de una empresa que, a su vez, lleva años de existencia ficticia ante el mismo Servicio de Impuestos Internos, mismo organismo que corre a sancionarnos por un día de retraso en el pago de contribuciones o por un error en la declaración de impuestos.

Otra característica de esta corrupción es que tiene sus leyes y codificaciones propias. No bien un asaltante de bancos es detenido tras un atraco, con pistola y motín en mano, el dinero es devuelto y él juzgado. En cambio, cuando un político corrupto es sorprendido, todo parece centrarse en el "castigo", la amonestación o la sanción, siempre anunciada como "ejemplificadora"... Y nunca llegando a ser tal; salvo si lo tomamos como "ejemplo" de injusticia e impunidad. Las medidas se destilan hacia propuestas de mordenización del sistema, aumento de eficiencia oficinística y cuanta peinada de huevos se les ocurra. Devolver la plata, ¿para qué?. Teoría del jarrón, del Presidente Lagos. Como se trata de acciones que operan dentro de vacíos legales o abusos de una determinada legislación (ajustan como sea el robo a la legalidad), el dinero simplemente se pierde, y debe ser pagado por toda la sociedad.

LA ARGENTINA, LA "ARGENTINIZACIÓN" Y LA MAFIA.
UNA MIRADA AL ESCENARIO HACIA EL QUE MARCHAMOS

El término "argentinización" no es gratuito. Tampoco se remite sólo al fenómeno de la corruptela, sino más bien a la inoperancia absoluta en que caen los Estados afectados por las crisis morales o políticas, estiércol fértil para el crecimiento de las callampas de la corrupción institucionalizada y de la mafia política mecanizada.

Desde 1997 aproximadamente, Argentina había comenzado a caer en una espiral de empobrecimiento progresivo, cesantía y un desorden social abrumador, a ratos inexplicable. Y la decadencia arrastra más decadencia, se entiende. De ser uno de los países más ricos del mundo (con credenciales como "el granero del mundo", "la séptima economía del planeta", etc.), pasó a ser uno de los principales clientes del Fondo Monetario Internacional, candidato a la cartera de deudores del Banco Mundial y hasta punta de posibles experimentaciones con el régimen de pago "territorio por deudas". Pero insistimos: subyace allí un desgaste moral, una extenuación de la ética política. Así se explica que 672 altos funcionarios se vieran involucrados en graves asuntos de corrupción, hacia octubre de 1999, y que la cifra de pérdidas de dinero por las controvertidas irregularidades se determinó en... ¡10 mil 500 millones de dólares anuales!... "Argentinización" pura, perfecta.

Las denuncias no bastaron para espantar a la corruptela platense. Durante el año 2000, se destapó un nuevo escándalo que involucraba ahora a importantes parlamentarios "demócratas" argentinos, incluyendo un hermano del Presidente Carlos Menem. Mafias sirias asociadas a la propia Casa Rosada, conocidos banqueros sionistas realizando operaciones turbias a través de un "banco judío", contrabandos de armas (defectuosas, más encima) a Ecuador y Croacia, autoridades públicas grabadas en video recibiendo pasajes de avión como sobornos, etc. Así terminaron las cosas allá.

Al respecto, el periodista argentino Héctor D'Amico publicó en el diario porteño "La Nación" del 11 de marzo del 2001, las siguientes "características" que ofrecería una situación de crimen organizado ("mafias", las llama directamente) o corrupción institucionalizada, como la que afecta al país platense. En palabras textuales del autor:

  1. En toda mafia participa el poder. Siempre. Con frecuencia lo hace por omisión, encubriendo delitos.

  2. El delito organizado se inserta no sólo en las instituciones encargadas de fiscalizar sus actividades, sino en todas aquellas que pueden ofrecerle impunidad o inmunidad.

  3. Cualquier campaña antimafia que nace alentada por el miedo, la búsqueda de rédito político o la necesidad de calmar los reclamos concretos de la opinión pública está condenada al fracaso. Combatir la mafia es una misión de largo plazo que requiere pruebas, testimonios y sentencias judiciales, es decir, necesita de las instituciones.

  4. El personalismo y las acciones estridentes en la lucha contra la mafia son habituales en los países que no cuentan con instituciones confiables. Anteponen la sobreactuación a la eficiencia.

  5. Cuando una ley no es técnicamente idónea y su aplicación depende de la discrecionalidad del funcionario de turno, se convierte a menudo en aliada de los delincuentes.

  6. Cada vez más países incorporan la figura del "arrepentido" para delitos mafiosos ; exigen, además mayores penas para los funcionarios involucrados.

  7. Para la imagen de un gobierno es tan perjudicial exagerar el poder de las mafias como disimular su existencia.

Que me disculpen los devotos de la blanquísima santidad nacional, pero esta descripción me suena demasiado conocida...

A diferencia de la Argentina, sin embargo, puede que Chile aún no haya caído redondito en un hoyo negro, del que no se podría volver salir a tomar aire fresco bajo ninguna fórmula "partitocrática". En el caso platense, la hecatombe tuvo entre otros síntomas el fracaso y la rotación de varios ministros de economía en los sucesivos gobiernos posteriores a Menem.

Bien, correspondería ahora mirar cómo se comporta y hacia dónde marcha su contraparte, el supuesto "ejemplo" opuesto: Chile. A ver si somos tan distintos en esto.

DEMOCRACIA CHILENA:
PELIGROSAMENTE CERCA DE UN DESASTRE IRREVERSIBLE

"CORRUPCIÓN:  En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores" (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Vigésima segunda edición, 2004)

Hace años se venía escuchando la advertencia de que Chile marcha hacia una "argentinización" radical de su sistema de poder. Y es que el gran peligro de esta forma de decadencia de los sistemas políticos radica no necesariamente en los volúmenes de corrupción observables, sino en la institucionalización de estas prácticas, cuando pasan a convertirse en características estructurales, enquistadas como una metástasis incurable.

Nótese, al respecto, que el principal parlamentario PPD aparentemente beneficiado por las platas de Chiledeportes es el mismo protagonista del escándalo de los sobres del congreso usados para correspondencia del partido en plenas campañas de la presidencia interna, y luego pieza clave (¿o ideólogo?) en el montaje levantado contra su competidor de distrito de militancia UDI, cuando se le intentó vincular a las "redes de pedofilia" del Caso Spiniak, con participación de un ex cura que, a su vez, es hermano de un "indeminizado" de la ENAP que se negó a devolver el dinero. Todos amigos... Todos conocidos.

A decir verdad, los nacionalistas tenemos un peso de conciencia que no será fácilmente confesado: la sensación de haber llegado a un punto crucial en la decadencia política chilena, la encrucijada de nuestros tiempos, y no saber qué hacer. La pregunta es si actuaremos como meros testigos o bien como interventores.

El caso de Chiledeportes es el ejemplo más palpable de lo que está sucediendo en las altas esferas del poder político chileno. Buen ejemplo, pero para nada el único, ni en pasado ni en futuro. También lo fue el burdo intento de desorientar a la opinión pública convirtiendo a Pinochet en el nuevo Rey Midas de las barras de oro inexistentes, más encima con papelería bancaria adulterada, enviada por un correo de servidor gratuito y de la que pretendió dar fe ¡nuestra propia Cancillería!.

El destino de las democracias partidistas en Chile será éste y no otro: como se encuentran inhabilitadas para combatir la misma infección que las destruye, al no contar con las herramientas ni las facultades necesarias para frenar y revertir el cáncer de la corrupción interna, la única opción de los actores es procurar una participación en la corruptela. No hay espacio para los héroes ni medallas para los valientes. Un paciente terminal no puede operarse y extraerse por sí mismo los tumores que consumen su vida.

La corrupción es, por lo tanto, la ruina del sistema partitocrático, la convulsión previa a su caída. Es allí, precisamente, donde se encuentra nuestro país. Y es allí, además, donde comenzamos a mojarnos las puntas de los zapatos del tiempo, nosotros, los nacionalistas desligados y descolocados del desgastado sistema político imperante.

¡EL CONTROL DEL PODER POLÍTICO
YA NO PUEDE SER PATRIMONIO DEL PARTIDISMO!

Seamos majaderos: el origen y el destino de todos los casos de corrupción institucionalizada está en el exceso de poder y el monopolio de la representación del partidismo político. ¿Qué clase de probidad podría esperarse, pues, de conglomerados progresivamente menos representativo?. Pues la misma proporción de posibilidades de impedir un naufragio con los borrachines que se quedaron bebiendo en el casino del barco.

Se ha confiado al partidismo el tesoro del poder político. Es un hecho. Y se ve que lo cuidan: los militares no pueden deliberar ni con un estornudo; los dirigentes gremiales no pueden presentarse a cargos públicos como tales y, más encima, los gastos de campaña electoral los pagamos todos, como si fuese poca la plata internacional que reciben a través de las más anodinas y extravagantes "fundaciones" de estadísticas brujas. No hay posibilidad de competencia, ni siquiera con la panacea de la reforma al sistema electoral, que se pone de moda cada cierta cantidad de años en la proximidad de las elecciones parlamentarias.

La crisis del partidismo es, por lo tanto, una crisis de la democracia misma, mientras sean esta clase de cofradías las que ostenten las únicas posibilidades de acceder al poder democrático. Círculo vicioso.

Pero puede haber una salida, una alternativa al colapso. No en vano, el nacionalismo histórico chileno fue el principal gestor de decisiones con fundamental impacto en la probidad y la transparencia fiscal, como la Contraloría General de la República, la Ley Reservada del Cobre y la creación del Banco Central. Hitos de la administración pública que, por cierto, ya se encuentran sobrepasados por el avance de los tiempos y los formidables despliegues de creatividad que han demostrado algunos políticos nuestros a la hora de tirar las manos sobre el queque.

Sólo los sectores con verdadero sentido nacional están en situación de garantizarle a la democracia la probidad pública que la política necesita. Solamente, quienes tienen una prioridad distinta al egoísmo y a la chabacanería de las ambiciones personales, que también se ven incentivadas y fomentadas al seno de los partidos políticos cada vez más atomizados y funcionalmente inoperantes.

Nacionalistas de Chile: una vez más, la historia nos acerca al punto de encrucijada. ¿Testigos o interventores?... Nosotros decidimos.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006