PRIMERO MI PAÍS

Carta del Honorable Diputado Alberto Cardemil Herrera, publicada en el Mercurio, 20 de julio de 2006


Señor Director:

La práctica centroderechista, desde Portales y Bello, expresada en sus gobiernos de talante nacional y de alianza, coalición, o fusión liberal-conservadora, siguió una línea definida con simpleza huasa: sociedad, de perfil digno, con el imperio; coordinación estrecha y entusiasta con Brasil y Ecuador; trato correcto pero siempre prevenido y bien apercibido con Argentina; paciencia imperturbable con Bolivia; interés concreto, una vez disueltas confederaciones raras, en un mejor entendimiento con el Perú; influencia positiva en Panamá y Centroamérica; amistad festiva con México, Uruguay y Paraguay; distancia expectante con Venezuela; énfasis en una amplia y libre apertura comercial al mundo, con vista al Pacífico.

En cambio, la memoria genética centroizquierdista evoca, casi siempre, cuando gobierna, desde pipiolos a concertacionistas, los fantasmas ideológicos del internacionalismo fantástico: el latinoamericanismo vacuo; el indigenismo de definición polivalente e indefinible; la mítica pertenencia natural a bloques geográficos que olvidan el hecho obvio de la insularidad chilena y su consiguiente desafío. Por eso Frei Ruiz-Tagle terminó entregando un país más pequeño que el que recibió, mermado el territorio de Laguna del Desierto, comprometido por Frei Montalva y Aylwin; por eso el mismo Frei jr. contrató desaprensivamente el suministro de gas con Argentina apostando a la mejor fe de nuestros vecinos, que no tiene por qué existir; por eso Aylwin -hielitos más, hielitos menos- negoció peor el mecanismo de delimitación en Aisén (cuya decisión, mala para Chile, dicen que ya está oficializada, aunque ha sido imposible averiguarlo); por eso los entusiasmos y coqueteos inconducentes -¡a no demonizar señores!- con los Morales, Chávez, Humalas, Ortegas y Cheguevaras; por eso la obsesión de meterse al brete del tribunal penal internacional; por eso la delectación de la cantinela antiestadounidense; por eso el nulo eco que merecen los esfuerzos de Uribe en Colombia.

Los éxitos que indudablemente pueden exhibir Lagos y la ministra Alvear en la materia se obtuvieron en alas de una virtud que una vez le atribuyera Jarpa al primero: ser poco socialista; y que le atribuyo yo a la segunda: ser estudiosa de la historia de Chile.

Los evidentes errores de conducción pueden empeorarse en el futuro inmediato por la carencia de liderazgo presidencial en el ámbito internacional, por la politización acelerada de nuestro servicio exterior -botín de guerra del cuoteo- y por la hegemonía de sectores neoizquierdistas o neoanarquistasa. Nada se resolverá con declaraciones altisonantes para consumo interno y que a nadie conmueven en un exterior que sigue su curso. Es imprescindible pensar más en la nación chilena, comunidad de origen y destino, que en las entelequias internacionalizadas, donde siguen y seguirán primando los códigos del poder.

Alberto Cardemil Herrera

Diputado por Santiago


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