VECINITIS AGUDA

Columna editorial de Hernán Felipe Errázuriz, publicada en "El Mercurio" del 15 de abril de 2006


El complejo y movido panorama vecinal nos impide seguir con sosiego el resto del acontecer internacional. Estamos padeciendo la patología vecinitis aguda, una especie de "accolae morbus". Parecería que nuestro mundo termina y comienza en Néstor, Evo y, ahora, en Ollanta.

La diplomacia es más amplia y debe equilibrar la complejidad vecinal con los vecinos de los vecinos, y con otros intereses internacionales significativos. Los mandatarios fronterizos merecen especial consideración, pero, sobre todo, cautela, en vez de entusiasmos y aprensiones frustrantes. La política exterior no debería esperar cambios sustantivos por estos personeros, pues, si quisiéramos apaciguarlos, tendríamos que pagar costos demasiado elevados. Ni ellos esperan otra cosa que el cuidado en los lazos oficiales, lo que, además, es comprensible para la comunidad de naciones, que los observa con desconcierto.

En concreto, en lo regional, la Cancillería hace bien en dar prioridad a Brasil, la única potencia de Sudamérica, con una economía que supera a la suma de las del subcontinente y que cuenta con una diplomacia profesional, de prestigio y peso mundial, con la cual tenemos ininterrumpida trayectoria de amistad. Pero se yerra al convenir agendas sin las debidas exclusiones con los vecinos, porque no todo es negociable.

La Cancillería también se equivoca al dar un trato único y preferente a Kirchner, que no actúa con reciprocidad, como lo comprobamos con el reciente anuncio de intensificar los cortes de gas. La política exterior del Gobierno debió haber empezado con la visita a Brasilia, y sólo luego a Buenos Aires.

Tampoco debemos dejarnos llevar por la informalidad y la politización en la diplomacia, como es corriente en América Latina. Aunque molestó a los dirigentes políticos, la ciudadanía comprendió el hermetismo y seriedad con que la Presidenta seleccionó a su gabinete. Sin embargo, la reserva y el cuidado no han sido características en la elección de embajadores. La repartición política de estas designaciones ha sido feroz entre los partidos, y tan pública, que los gobiernos extranjeros se han informado por la prensa antes de otorgar sus "agréements" a los propuestos. Las nominaciones de jefes de misión son delicadas y suponen consideración al profesionalismo y, particularmente, al Gobierno que los acredita. De allí la fórmula del beneplácito reservado y previo a su publicidad, que esta vez se ha transgredido masivamente. El daño ya está hecho.

El país ha logrado una influencia relevante en la comunidad de naciones y podría tener una mayor, con un manejo diplomático más profesionalizado.


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