PERÚ Y LA PAPA CHILOTA:
EL NACIONALISMO DE FERIA LIBRE

Cristian Salazar Naudón


Algo pasa en Perú. Algo grave. Sus dos candidatos presidenciales con más probabilidades parecen tener entre ceja y ceja a nuestro país, uno "exigiendo" a Chile frenar las compras de armas (necesarias precisamente para disuadir energúmenos cuya base ideológica es notable: restituir el Tawantinsuyu incásico y absorber para el Perú los territorios de todos los países vecinos) y su menuda contrincante prometiendo que le arrebatará a Chile "el predominio comercial en el Pacífico".

Lo que empezó con un discurso patriotero aficionado a forrar con la bandera productos de feria libre (el pisco, las papas, el ceviche y las chirimoyas) ahora demuestra su fabulosa progresión, exigiendo revisar el límite marítimo y deslizando ideas delirantes sobre el regreso de Arica a la soberanía peruana. Y todo, mientras el General Cheyre culminaba su comandancia en jefe levantando otro monumento a un héroe peruano en la cima del Morro.

Pues bien: siguiendo con este patriotismo de abarrotes, al anunciarse en marzo de 2006 que la Universidad Austral de Chile iniciaría una inscripción de 286 variedades de la papa denominada chilota como Patrimonio Nacional de Chile, el Canciller del Perú, Oscar Maúrtua, respondió haciendo una declaración de lujo:

"No existe ninguna duda de que la papa es peruana... Es claro que tenemos argumentos válidos. No cabe duda en el imaginario nacional latinoamericano que haya otro lugar del origen de la papa que el Perú"

De paso, el ministro agregó que su ministerio se acercaría al gobierno chileno para abordar este tema e impedir esta declaración. Las papas queman, pues.

Y bien. ¿Por qué asumir entonces un tema tan burdo como el llamado de honor sobre el tubérculo? La razón es sencilla y no nace de alguna intención de pelear por raíces almidonadas: Perú está experimentando el avance de las fuerzas pseudo nacionalistas, de las plétoras chauvinistas, precisamente el tipo de referentes que los chilenos debemos estudiar para saber con exactitud LO QUE NO DEBE HACER JAMÁS UN VERDADERO NACIONALISTA. En tal sentido, las academias retóricas formadas por tribu familiar de los Ollanta, la señora Flores y hasta la dupla Toledo-Maurtúa nos dan paliza de clases.

Caballos y aceitunas

En el esquema concreto del trazado que pretende hacer Perú con respecto al predominio comercial chileno, existe una discusión sobre los fundamentos esenciales, reflejada en bizantino tema del "origen" de varios productos que este país pretende disputarle al vecino chileno, especialmente en el rubro agropecuario e industrial. Sin embargo, la premura y la precipitación limeña entra en franca contradicción con decisiones tomadas por el propio país incásico en su necesidad de reconocer o resguardar ciertos productos que considera fundamentales en la historia de la nación y en la formación de su identidad nacional. Esto demuestra la existencia de un tema de fondo no confeso.

Los amantes de los caballos recordarán, por ejemplo, que hacia 1992 el Perú declaró por decreto la raza de caballos de Paso como oriunda y propia del país. Esto, a pesar de que los equinos habían desaparecido de América 8 mil años antes de la llegada de los conquistadores, que los reintrodujeron en el continente.

La explicación de los protectores del caballo de Paso es tan simple como directa: una raza de estos animales quedó aislada en el territorio peruano hasta adquirir características propias y distintas de sus demás parientes. Es decir, exactamente la explicación rechazada por el Perú para el caso de las papas chilotas y que demuestra la razón por la que constituyen un patrimonio exclusivo de Chile, que bien merecen su protección legislativa, independientemente de las burdas discusiones sobre el origen.

Otro caso notable ocurre en 1997, cuando se funda el Perú la Asociación Nacional de Productores y Exportadores de la Aceituna Peruana, destinada a la protección y al fomento de este producto. La verdad es que por mucho que los peruanos consideren a la aceituna como algo típico de su comercio histórico, está claro que la trajeron los conquistadores durante el período colonial, pues en estos territorios jamás existieron los olivos.

Por ley, no más "chileno"

Pero las excentricidades del Perú tampoco se remiten a la sola adopción de exotismos traídos desde lejanas tierras, sino a la propia relación que ha mantenido con el mismo vecino que ahora pretende sentar en el banquillo de los acusados. Y no es metáfora: el reclamo ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual por sus afanes de monopolizar la producción de pisco, pretendía precisamente eso.

Demostrando la reciprocidad "natural" de intercambios de elementos culturales, con lo que hoy se desvirtuaría la tesis tendenciosa de la "usurpación", Oreste Plath recordaba que la emigración de carrilanos chilenos contratados por Meiggs entre 1868 y 1872, llevó hasta tierras peruanas muchas de las más arraigadas costumbres y tradiciones "mapochinas", ajena a los escrúpulos patrioteros de hoy. "La Cazuela y el Picante eran los platos inamovibles -escribe el autor-; el Monte y las Chapitas, los juegos en boga; y llegó a tal la influencia de verse a chilenos y peruanos ataviados con el poncho huaso y el bonete maulino. En sus fiestas se fundían cantares y se bailaba la Chilena".

A las palabras de Plath agregaríamos que, siendo Chile un centro de estabilidad política y social tras la victoria de Lircay en 1830, fue inevitable que se convirtiera en foco de atracción para inmigrantes de los tres países vecinos, generalmente escapando de luchas intestinas, de persecuciones y de salvajadas políticas. Los refugiados y los inmigrantes peruanos fueron una influencia importantísima en la decisión de partir liberar al Perú del protectorado de Santa Cruz. Del mismo modo, los chilenos partían al Perú por razones de trabajo, sumando unos 20 mil en campamentos, guaneras y salitreras tarapaqueñas. Se cree que las contrataciones de Meiggs y la Casa Dreyfus para la construcción del ferrocarril subieron la cifra en 25 mil almas más, por lo que resulta absurdo e irreal suponer que el fluido intercambio chileno-peruano no se diese también a niveles de tradiciones, costumbres y elementos del folclore que hoy pretenden ser disputados con la más infantil de las mezquindades.

La prueba más concluyente de  esas influencias chilenas sobre la cultura peruana nos la da un curioso acontecimiento de 1880, en plena Guerra del Pacífico. Según varios autores peruanos, en esa ocasión el gobierno limeño decretó el cambio de nombre de todos los elementos presentes en la cultura, la tradición o los usos corrientes peruanos que llevaran el gentilicio chileno y, por extensión, "a todo lo que pudiera recordar a los chilenos". La decisión afectó directamente a unidades presentes en el folclore, en la vida costumbrista peruana.

Resulta sabrosamente incontenible el deseo de preguntarse, a la luz de los actuales acontecimientos: ¿Cuántos de esos elementos y usos corrientes en el Perú alguna vez formaron parte de ese estigma chileno, que fuera tan fácilmente resuelto por un decreto? ¿Estará alguno de esos demonios convertidos en ángeles, algunos de los productos "originarios" que el Perú pretende sacar desde nuestros almacenes?

De la cueca a la marinera

Pongámoslos tan quisquillosos como nuestro acusador y aceptemos el desafío. Es sólo un ejercicio.

En 1893, un famoso músico peruano inscribió una canción titulada "El Tunante", de otra no menos famosa compositora, con el nombre de "la marinera". Sin embargo, la pieza tenía el ritmo y el estilo de la variedad de cueca conocida en Perú como "la chilena", que había quedando sin nombre desde el citado decreto de 1880. La cueca "la chilena" correspondía a nuestra música y baile nacional, aparentemente con una raíz directa en las cuecas herederas de las chinganas y fondas visitadas por los Carreras, por Rodríguez y por Portales. De ahí su nombre: "la chilena". Había nacido de la adaptación local de los ritmos genéricos llamados zamacuecas, con incorporación de elementos urbanos y otros rurales, siendo llevada al Perú durante los primeros años de la República, tanto por soldados chilenos como por los rotos que fueron a trabajar a esos territorios.

Con la nueva denominación, "la marinera", se buscaba rendir homenaje al Héroe Miguel Grau Seminario y a la Marina de Guerra del Perú; pero también pretendía lavar la humillación de tener un baile tradicional con el nombre de quienes eran considerados por entonces y al calor de la disputa generada por la cuestión de Tacna-Arica, como los peores enemigos del país.

No hay duda de que estas afirmaciones le cortarían la digestión a los autores peruanos tan asiduos a señalar a Chile como el "usurpador" de cultura, pero los hechos históricos las respaldan ampliamente. El español Ciro Bayo y Segurola, por ejemplo, escribió sobre el baile boliviano "caluyo", que presenció hacia 1897, esta sorprendente y explícita observación:

"Báilase también frente a frente, y tiene muchas mudanzas y mucho parecido, si no es lo mismo, con la zamba o zamacueca chilena, que aquí llaman cueca, y es baile nacional por excelencia entre los criollos bolivianos y peruanos".

La versión peruana de esta forma de cueca, que les llegara desde Chile, tuvo un tardío gran debut en 1938, durante el Concierto de las Fiestas Patrias del Perú ofrecido en el Teatro de Lima, llegando a convertirse en su actual baile nacional... Con raíces chilenas.

Cabe señalar que, concientes de esta posibilidad, varios autores peruanos se adelantan con frecuencia suscribiendo con pasión a las teorías de que la cueca chilena en realidad fue adoptada desde el Perú por el país "mapochino", para lo que se ofrece como "prueba" la relación entre la zamacueca en general y la música de cajón peruana, muy asociada a la tradición limeña. Sin embargo, cabe advertir que el desarrollo concreto de esta música de cajón es muy reciente, siendo rescatado de las tradiciones coloniales y de la reducción del mero acompañamiento musical por maestros peruanos como el mítico mulato Porfirio Vásquez, quien, hacia los años cincuentas, rescató parte importante del uso de las percusiones y desarrolló notables combinaciones en música en la Academia Folklórica de Lima.

La lapislázuli "peruana"

Otro caso interesante lo constituye la presencia de nuestra hermosa piedra azul, conocida como lapislázuli, dentro de la tradición histórica del Perú. Como se recordará, este tesoro fue declarado Piedra Nacional de Chile por el Decreto Nº 74 del 20 de septiembre de 1984 del Ministerio de Minería, con una gestión iniciada por el distinguido Doctor Juan Grau. Así la nacionalidad de la piedra chilena está respaldada no sólo por el capricho de la naturaleza que decidió regalarla sólo al territorio de Chile y de Afganistán, sino por la propia legislación de nuestro país.

Los yacimientos de lapislázuli chilenos están en zonas cordilleranas de Ovalle, en canteras al interior de Monte Patria y Combarbalá. Desde tiempos ancestrales, fueron muy apetecidas por joyeros precolombinos que las compraban a las culturas locales dos mil años atrás, para decorar la orfebrería y la fabricación de máscaras solemnes de las culturas chavín, moche e inca. ¿Significa ello, sin embargo, que la lapislázuli forme parte de la cultura incásica y, por herencia, de la peruana? ¿Acaso sustentar esta idea no daría una pauta para sostener lo mismo sobre tantos productos que el Perú pretende acaparar ahora como el hermano chico mal criado?

Es curioso, entonces, que una piedra definida en algunos folletos turísticos peruanos como "típica del Perú", sólo sea posible de obtener por este lado del mundo en territorio chileno. El Museo de las Tumbas Reales de Sipán, por ejemplo, fue fundado el año 2002 en base a una extraordinaria colección de joyas y piezas artísticas, muchas de ellas confeccionadas con lapislázuli que sólo podría haber provenido de territorio actualmente chileno. Sin embargo, se la describe al visitante como piedras propias de ese país y de la cultura moche, sin especificar su origen.

No es el único caso: El "vestido típico" que la Miss Perú, Débora Sulca, presentó en el concurso Miss Universo de Tailandia 2004, estaba confeccionado con vistosas incrustaciones de lapislázuli, precisamente inspirándose en la joyería de las tumbas de Sipán ¿Alguien recuerda a la Cancillería chilena poniendo el grito en el cielo por la "usurpación" o pidiendo explicaciones al Presidente Toledo? ¿Alguien vio los titulares de los diarios de Santiago protestando por el "plagio"? ¿Será que somos tan distintos, o bien somos tan...?

Marcando territorio

Como vemos, la reacción peruana hacia a la papa y hacia todos los demás artículos que despierten su fervor nacionalista mientras se realizan las compras del supermercado, desconociendo los nexos culturales e históricos descritos cuando se trata de acusar agresivamente a Chile (pero validándolos cuando está en necesidad de defenderse de similares imputaciones) deriva únicamente del histórico revanchismo del Perú y de su instintivo afán de competencia contra el vecino chileno. Es decir, del FALSO NACIONALISMO, de lo diametralmente opuesto al nacionalismo real que buscamos hacer nuestro.

Pero ya hemos visto que la permanente actitud de hostigamiento contra de Chile, al fundar tan absurdas acusaciones de "plagios" o "robos" culturales o históricos, con coincide ni calza con el comportamiento que el propio país incásico ha llevado con respecto a la protección de lo que considera su propio y distintivo patrimonio. En efecto, detrás de esos escandalillos palaciegos contra la producción del postre "suspiro limeño" por una empresa láctea establecida en Chile o contra la oferta semanal de pescado con limón (¡qué receta más compleja!) de los boliches del barrio Mapocho, el Perú parece obsesionado con tratar de marcar territorio ante el vecino chileno, de establecer una frontera económica tanto en lo productivo como en lo comercial, mientras sus autoridades de desdoblan en canciones de integración y cooperación. Pseudo nacionalismo puro.

Cabe advertir, sin embargo, que en este escenario, tendremos para rato más entretención generada por las disputas patrioteras y falsamente nacionalistas del Perú, sobre muchos de los productos más comunes que pasan de la feria libre hasta nuestros refrigeradores. Así de bajo se ha caído.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006