ARICA... ¡LEVÁNTATE!

Cristian Salazar Naudón


Arica es uno de mis sitios favoritos. Lo ha sido desde la primera vez que estuve sobre su histórico morro, contemplando las luces de una ciudad bastión de tantos episodios de Chile y del continente. El destino ha sido generoso en volver a unirme con ella varias veces más, sea física o espiritualmente.

Sin embargo, algo extraño ocurre frecuentemente entre quienes dirigen o hablan en nombre de Arica, siempre Arica, como cantaba don Juan Guillén Canales hasta que sólo la muerte apagó su voz del himno oficial de la ciudad... Una especie de sueño, de letargo inexplicable, acaso una ensoñación que, francamente, preocupa y perturba, pues podría marcar la senda de un paso equivocado en precisos momentos en que la ciudad cabecera del Norte Grande de Chile ha quedado colocada en una compleja encrucijada histórica, en donde no se aceptan tropiezos.

ARICA: UN MAL DIAGNÓSTICO DEL PROBLEMA

En editorial del diario "La Estrella de Arica" del 15 de septiembre de 2004, por ejemplo, se formulaba una romántica cantata a la integración de la ciudad con el comercio de Bolivia y Perú, al punto de afirmar que ésta se encontraba atrasada por livianos motivos "políticos" y coyunturales.

No resistí contestar dicha columna el 21 siguiente, con una carta publicada  por el mismo medio, en la que advertí que Arica es la única arista disponible para este esquema de integración de tres ejes, pues a la persecución que ambos vecinos han hecho sobre inversiones chilenas en su territorio, se sumaba el que Perú había creado ya su propia Zona Franca para competir precisamente con Arica, tanto así que ni siquiera incluyó en el trazado original del área libre al puerto y a las bodegas que el Presidente Frei Ruiz-Tagle le regaló en la ciudad, en 1999.

En tiempo me dio la razón en éste y en otro pésimo pronóstico: que el reclamo peruano de "delimitación marítima" resurgirá, justamente, para proveer a Tacna de accesos oceánicos propios no dependientes de Arica. La motivación emana en los megaproyectos de inversiones chinas en el Sur del Perú, precisamente para acaparar el comercio que Arica parece estar descuidando y olvidando en su afán de integración con Perú y Bolivia: el gigante brasileño y el eje estratégico trasatlántico. De hecho, Lima y La Paz ha procurado garantizarse, permanentemente, acuerdos que buscan exactamente lo contrario de la "integración", aislando económicamente a Arica, buscando impedir su desarrollo comercial y su importancia portuaria continental, algo explicable sólo por las razones expansionistas que persisten en estos países sobre suelo chileno, particularmente en esta zona del territorio.

Por esto, duele ver nuevamente que, por estas últimas semanas, otros medios de comunicación tarapaqueños esperanzados en el virtual y (me atrevería a decir) pasajero acercamiento del flamante gobierno de la señora Bachelet con sus vecinos del Norte, vuelven a sacudirle el polvo a esas visiones miopes de desarrollo comercial y de expansión de Arica, fundada en relaciones elementales con el entorno inmediato y que se remontan al rústico flujo económico casi de los tiempos de la colonia.

DEL MAL DIAGNÓSTICO A LA MALA SOLUCIÓN

Arica debe despertar de este pasaje onírico y facilista, porque el sueño de la razón produce monstruos. Ahora duerme como una Bella Durmiente, o como Blanca Nieves tras morder la manzana envenenada. O como un Lázaro esperando el llamado a despertar de su sepulcro, a la orden de "Arica... ¡Levántate!". El problema es que todas las señales que el poder central le envía, incluyendo tal vez hasta su proyecto para convertirla en región propia, van orientadas a perpetuar la narcosis.

No puede ser que, a estas alturas de la historia y del "globalismo" (ese que tanto vociferan quienes menos lo entienden), algunos de los voceros y representantes de la comunidad ariqueña vean las inversiones chinas que se planifican en Tacna y recientemente aprobadas por el Congreso del Perú, creyendo advertir en ellas no más que la "pérdida" de sus consumidores peruanos y bolivianos, en circunstancias de que es al Brasil y a ese entorno Atlántico menesteroso de servicios portuarios en el Pacífico, hacia donde apuntan geopolítica y estratégicamente todas esas medidas.

La disponibilidad de Arica a la integración vecinal y su excesiva atención por preservarla con sacrificios, de ser necesario, más bien está en función de mitos integracionistas y de los dogmas pseudo-bolivarianos tozudamente fomentados desde el cómodo intelectualismo y del populachismo politiquero santiaguino, lejos de los puntos de fricción y ardor de nuestra geografía política.

La magnífica ciudad del morro lleva tiempo tambaleante e insegura, al aferrarse a la relación comercial con Perú y Bolivia, al no haberse implementado con éxito una política que garantice la atracción del Brasil y del Paraguay, que convierta a Arica en "sus" puertos en el Pacífico. En lugar de ello, se sigue insistiendo en fundar la relación comercial con su vecindario fronterizo, a través de vínculos económicos muy elementales y ya del todo inestables, que se pretende fomentar y mantener más para la protección de ciertos intereses de inversionistas chilenos establecidos en esos vecinos países que por razones realmente prácticas y estratégicas.

UN FUTURO ESPLENDOROSO

Digámoslo en todas sus letras, entonces: a Arica que le está negando un presente y se le está arrebatando de las manos su futuro... Un futuro esplendoroso.

Arica es una ciudad con un enorme potencial. Comercialmente hablando, tiene mucho más futuro que presente, si sus habitantes me permiten decirlo. Por eso, el plan de inversiones chinas en un megapuerto de Tacna, si bien constituye un daño para Arica, lo es no precisamente en la medida en que los usuarios peruanos y bolivianos se alejen de sus históricos puertos (proceso que se ha intentado varias veces antes), sino en el sentido de que Perú está haciendo lo que Chile ha postergado por años: implementar apropiadamente una apertura técnica, orgánica e infraestructural para el cada vez mayor requerimiento de servicios en el Pacífico que necesita el Brasil y su órbita atlántica.

Abandonando los dogmas románticos de integración bolivariana con que los demás países decoran sus discursos, la verdadera urgencia de Chile es convertir la vecindad inmediata de Perú y Bolivia en un valor complementario a la economía tarapaqueña (y no primario, como ocurre ahora), constituyéndolas más bien como territorios de tránsito al flujo comercial primario. Es decir, imaginar a la ciudad y sus puertos transformados en el túnel que comunica al eje Brasil-Bolivia-Paraguay con el eje Asia-Oceanía-Norteamérica. Millones de transacciones y relaciones, entre millones de productores y consumidores, de un lado a otro y viceversa, todas concentradas a través de las instalaciones de Arica.

Arica es como la lámpara de un genio, donde es más importante lo que esconde adentro que lo que aparenta por fuera ¿Acaso pensaban que el "revindicacionismo" peruano nació sólo de un sentimiento de revancha o de una herida en el orgullo?. El desafío que representa este proyecto comercial chino-peruano, por lo tanto, sólo puede señalar la hora impostergable de comenzar a frotar la lámpara del Norte Grande de Chile.
 


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2006