NI DERECHA, NI IZQUIERDA

Por Fernando Saieh Alonso
Secretario General del Instituto Histórico Arturo Prat


Comprender la idea de Nación bajo la perspectiva de lo que en algún momento existió en Chile como Nacionalismo, sin duda, hoy en día resulta una tarea muy difícil puesto que todo propósito de recuperar la tradición en nuestro país se ha convertido en un intento sobrehumano en dónde no es posible recobrar la Identidad, ya que se ha trabajado a conciencia para que la sangre de Chile sea contaminada por el materialismo y el globalismo de los negocios y de la fe. En verdad, en la actualidad, pareciera que sentirse chileno es no estar a la moda o más bien es estar “out”.

Sin duda los grandes responsables de escribir el epitafio del Nacionalismo en Chile han sido quienes teniendo la obligación de velar por los intereses de su país han comprometido sus vidas a los intereses internacionales de los grupos de poder a los cuales pertenecen, puesto que en verdad les importa un “carajo” nuestra Patria, incluso para llegar al desparpajo de decir: “que importa un pedacito más o un pedacito menos” de territorio.

Que no se piense, y de una vez por todas, que el Nacionalismo tiene raigambre con la derecha política, porque en verdad el peor cuchillo que ha tenido el Nacionalismo en Chile ha sido la derecha liberal, sobretodo la que se incubó en el gobierno militar y que permitió que la nefasta economía de mercado se haya establecido como un cáncer en las mentes de los chilenos.

Sin embargo, no sólo la derecha ha estado al servicio del monetarismo, sino que la izquierda también, al aceptar desde el extranjero las directrices impuestas por el “Capital” de Marx y el comunismo materialista. Todo ello vigilado cautelosamente por el “ojo que todo lo ve” de la Segunda y la Tercera Internacional a las cuales muchos políticos chilenos pertenecen.

Es así como el comunismo y el capitalismo inoculados como ideologías foráneas en el alma del chileno, y ambas, al servicio del dinero y del interés, en el esquema del patrón dinero y de la especulación, nada tienen que ver con la economía de un país basada en el patrón trabajo en donde existe la posibilidad de que cada habitante de esta tierra se entregue en trabajo a su Patria.[1]

Por su supuesto que los “iluminados” de la política piensan que a través de la caridad y sus diversos organismos solidarios podrán resolver los “problemas reales de la gente” o del “pueblo” como les gusta parafrasear a la aburguesada clase dirigente. La caridad y los gestos de solidaridad sólo sirve para devolverle a la gente lo que realmente les pertenece, porque en verdad, lo que debiera prevalecer e imponerse es la conciencia social al servicio de la sociedad chilena.

Ante tan oscuro drama y destino, nuestro país deberá reencontrar en las esquinas de esta geografía el pensamiento nacionalista interrumpido con el fin de reconquistar la posibilidad única de volver a sentirse chileno. Sólo así se recuperará la Identidad –el rostro de Chile– puesto que en esta región fue permitido que la sangre española y la mapuche se fundieran para hacernos responsables de nuestro destino y del orgullo de ser chileno.


 

[1] En la actualidad los gobiernos del mundo no comprenden que el capital prestamista es infinitamente muy superior al capital industrial. El primero crece sobre las bases del dinero y el interés, mientras el segundo es limitado y basado en el trabajo productivo. El dinero no es ni debe ser otra cosa sino un bono por trabajo efectuado y toda economía desarrollada deberá considerar el dinero sólo como un medio de intercambio sin conferir al dinero, mediante el interés, un poder sobrenatural de crecer por sí mismo a costa del trabajo productivo.


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