Señor Director:

La extraña relación entre Chile y Alemania es muy antigua y profunda. Ya Alonso de Ercilla, en La Araucana, nos cuenta que su informante, la india Glaura, le revela que los araucanos eran godos, visigodos de origen. Luego, Nicolás Palacios, en "Raza Chilena", afirma también que el pueblo chileno es de origen godo y que el conquistador español que aquí llegó era germano. Relata la anécdota de que el emperador Felipe II, al conocer las enormes pérdidas sufridas por sus guerreros en la conquista de Chile, afirma que habría perdido "lo mejor de sus Guzmanes" ("gut-men"), de sus godos. El Ejército de Chile se asemeja al alemán y, hasta el día de hoy, su disciplina, su tecnología y sus uniformes son los germanos.

Ahora bien, lo más extraño acaba de acontecer. Por primera vez en su Historia, Alemania elige una gobernante mujer. Y en Chile, también por primera vez, una mujer llega a la Presidencia. Aun cuando Joaquín Edwards Bello sostuvo, en sus magníficas crónicas, que en Chile gobernaban las mujeres, y yo también lo afirmé en distintos artículos de la prensa de hace más de treinta años; ambos nos referíamos a que la mujer mandaba en Chile en el hogar, influyendo en todas las decisiones del hombre, también en las políticas. Pero nunca una mujer en Chile había llegado a ser Jefe de Estado como en Alemania. Ahora sí. Mágica coincidencia.

Y otra más: ambas son muy bellas. La diferencia está en su posición política. Ojalá que Chile pudiera seguir todos los pasos de Alemania y, además de colaborar a fondo en lo económico, también consiga un apoyo en lo político, en un momento en que se encuentra aislado en nuestro continente y el territorio del sur patagónico ha sido entregado a un extranjero, que ha dividido a Chile en dos, impidiendo que nuestros recursos de agua, minerales, luz y gas nos permitan lograr la independencia.

Esperemos que este nuevo gobierno, de una mujer, sea capaz de dar las soluciones a estos problemas vitales.

Miguel Serrano
ex Embajador