Por Carlos Agüero Cerda


IMÁGENES DE CHILE
Mariano Picón-Salas y Guillermo Feliú Cruz.
Editorial Nascimento, segunda edición 1937, Santiago de Chile.

Paisaje desde la Cuesta de Lo Prado

Esta obra es una estampa llena de coloridos como ya no las hay, un libro recopilatorio de viajes, con imágenes completas y fijas a la vez. Los autores, reconocidos en su tiempo, supieron plasmar lo mejor que han dado los numerosas cronistas que en los siglos XVIII y XIX se internaron por recónditos parajes de nuestra geografía y en los núcleos urbanos. Estimamos que seleccionar un pasaje de una obra que incluye desde las comidas y trajes de sus habitantes, hasta sus actividades intelectuales y religiosas, será siempre labor arbitraria, mas en este caso quisiéramos paliar en algo este déficit, seleccionando las impresiones de un oficial inglés del siglo XIX, al recorrer el camino de acceso a Santiago viniendo desde Valparaíso.

“Al llegar a la cumbre de la cuesta de Prado se ofrece de repente al viajero una de las vistas más maravillosas que probablemente haya en el mundo. La llanura bien cultivada de Santiago aparece a sus pies, cubierta de arboledas y regada por los ríos Mapocho, Maipú y otros riachuelos que bajan de las montañas. Hacia la derecha el valle de Puangue, rodeado por florestas de boldos, peumos y quillayes, que han sido cortados en algunas partes para campos de cultivo. El obscuro litre, que es el “upas” de Chile, proyecta su triste sombra sobre muchos sitios de estos bosques... El fondo de este precioso escenario lo forman los majestuosos Andes, alzándose en todo su esplendor en inmensos semicírculos, dejando reducidos a cumbres insignificantes los cerros más altos que se levantan entre ellos y el valle. Estos apenas si se distinguen, o acaso si se fija en ellos la vista, sirven sólo para mostrar por contraste la inconcebible altura de la Cordillera. Este es, con mucho, la vista más hermosa que puede observarse en –Chile; porque aunque también logra divisarse desde el mar mucho antes que la costa, la distancia a que se encuentran no puede apreciarse lo bastante para dar una idea correcta de su elevación. Aún desde aquí la altura sobre el nivel del mar desde la cual el viajero la divisa, le resta mucho a su altura aparente; y todavía, aunque el más cercano de sus picos se halla por lo menos distante de la Cuesta trece o catorce leguas, parece que estuviera sólo a unas cuantas millas. Se ven mejor aún en el invierno, cuando se hallan completamente cubiertos por un manto de nieve, que al reflejar los rayos del sol poniente, brillan tanto, que difícilmente pueden mirarse de fijo. Los precipicios y hondonadas que tienen, se alcanzan a distinguir con los varios reflejos y sombras que en ellos se proyectan con la nieve. Mucho tiempo después que el sol se ha puesto en Santiago, sus rayos alumbran sus picos más altos, en tanto que la ciudad se halla punto menos que a obscuras, a causa de que en Chile casi no hay crepúsculo, sobre todo en los meses de invierno”.


Centro Informativo de ALERTA AUSTRAL - Santiago de Chile - http://www.alertaaustral.cl - 2005